lunes, 9 de enero de 2017

NO AL ESTIGMA

NO AL ESTIGMA
La conceptualización del estigma de la enfermedad mental combina los siguientes conceptos que son bastante actuales y queremos destacar: los estereotipos (las estructuras de conocimiento cognitivas), los prejuicios (la consecuencia cognitiva y emocional de los estereotipos) y la discriminación (la consecuencia conductual del prejuicio).
La estigmatización del enfermo mental provocada por nuestra sociedad, produce barreras  que impiden a la persona avanzar en su vida. Este estigma provocado por el miedo, la ignorancia y los prejuicios impiden que el enfermo  se integre en la sociedad y en su familia. A causa de la falta de aceptación la persona con EM deja de querer tomar medicación, ir al sicólogo o siquiatra ya que le parece que lo van a estigmatizar más.
L a discriminación a la que se enfrenta la persona puede surgir en el trabajo, con los amigos, en la familia y en general, en el entorno social. El rechazo hacia la persona impide que mejore en su enfermedad ya que su autoestima se reduce y esto no ayuda a que mejore su salud. El estigma hace que se desprecie al enfermo mental, pero hay que saber que sólo es una enfermedad más, que se trata con medicación para que la enfermedad y la persona se estabilicen y pueda seguir con su vida normal.
El efecto antiestigmatización debe surgir de cada persona con o sin enfermedad mental, con la idea de que nuestra sociedad irá cambiando con el tiempo. Cabe destacar de que en el ámbito de la salud mental, el paciente que lucha por mejorar y el profesional que lucha para que el paciente mejore son fundamentales para que se conozca la enfermedad y así  los prejuicios irán desapareciendo de nuestra sociedad.
La imagen pública de los trastornos mentales en los medios de comunicación tiene una gran capacidad de influencia para modelar las actitudes sociales. En general los estereotipos  permanecen arraigados creando desconocimiento entre la población y discriminación hacia el enfermo mental. Los medios de comunicación son la única fuente de información sobre la salud mental para la inmensa mayoría y de ellos depende la opinión que se crea.
Los estereotipos, creencias y mitos más generalizados y las implicaciones prácticas que tiene los analizamos a continuación:
La persona con enfermedad mental como individuo manipulador, obsesivo y peligroso es una visión que considera al enfermo  como a alguien difícil de comprender y en quien poder confiar. Esto alimenta la incomunicación y el abismo, recurriendo por parte del público al distanciamiento y evitación.
La persona con enfermedad mental como genio chiflado desvinculado de la realidad se le atribuyen cualidades extraordinarias y/o de una supuesta incapacidad absoluta de interacción social. Esto hace que no se facilite la normalización e integración real de estas personas.
Como individuo cómico, bufón y circense son la vulgarización, la ridiculización y la minimización de problemas clínicos muy concretos y contribuye a distorsionar la esencia, la naturaleza y la capacidad de impacto de algunos trastornos sobre la vida de una persona.
La persona con enfermedad mental visto como incontrolable, caótico y rebelde, encontramos una fuerte asociación casi automática entre el trastorno mental y la incontrolabilidad e impredictibilidad de la conducta, los pensamientos o las propias emociones. Muy resistente a cualquier intento de cambio significativo.
La persona con enfermedad mental como psicópata, criminal y homicida maníaco es un  vínculo interesado y generalizado, que difunde la relación locura con comportamiento violento y explica que la mayoría de la población considere la distancia como mejor opción.
La persona con enfermedad mental como individuo desamparado, condenado y marginado se le atribuye el estereotipo de extremo aislamiento social, incapacidad para el rendimiento laboral o intelectual, exclusión, ausencia de capacidades y recursos propios…contribuyendo al vínculo del enfermo mental con su capacidad para relacionarse eficazmente con su entorno. Convirtiéndose en una visión fatalista que sabotea cualquier posibilidad de recuperación real y que cuestiona la utilidad real (y sentido práctico) de cualquier intento de recuperación y rehabilitación, negando sus posibilidades de integración social.
Y en la persona con enfermedad mental como víctima de los profesionales de la salud mental donde las implicaciones prácticas son la contribución al recelo a solicitar ayuda profesional, generando desconfianza al propio profesional y hacia los psicofármacos.
Concluimos diciendo que la repercusión que ejercen los mensajes negativos dominantes sobre las propias personas con enfermedad mental son una reducción en los niveles de autoestima y un impacto negativo sobre aspectos esenciales en la recuperación como la búsqueda o no de ayuda profesional o la adherencia al tratamiento farmacológico prescrito. I poner, igualmente, énfasis en el potencial positivo de este tipo de medios (documentales, radio, prensa escrita, estudios, asociaciones, internet, etc.) como herramienta  de educación y sensibilización social.

Taller de periodismo del CRIS

No hay comentarios:

Publicar un comentario